Uno de los caminos que conecta las habitaciones del área de pediatría rara vez está en silencio. Los niños y niñas ingresados en el Hospital Juan Ramón Jiménez conducen su cochecito de juguete, tocan el colorido teclado de la ludoteca y corretean junto a los voluntarios y perros de Cruz Roja Juventud que van a visitarlos, Lenny y Tano.
“Cuando supimos de la existencia de una azotea en la última planta del hospital, no dudamos en ponernos manos a la obra. Fue un chispazo. Si los niños y niñas de los hospitales de Sevilla, Málaga o Almería lo tienen, ¿por qué no íbamos a poder conseguirlo de alguna manera?”, cuenta Iván Regueira, presidente de la Asociación Patio del Amor.
El Patio del Amor surgió — según el onubense — de un ¿y por qué no?. El proyecto consistiría en nada menos que crear desde cero un área al aire libre para que los niños y niñas que se encuentran ingresados en el Hospital vivan, disfruten, jueguen y encuentren una ventana abierta al mundo.
“No tardamos en acercarnos a preguntarle a los profesionales sanitarios si era viable crear el patio. Allí, Sonia Pastor, jefa de planta de pediatría, escuchó atentamente y se echó a llorar. Nos preguntó si teníamos dinero para tal inversión y le dijimos que no. Lo que sí teníamos eran nudillos para ir llamando a las puertas que hicieran falta”, cuenta Regueira.
Los siguientes pasos consistieron en encontrar a personas que creyeran con la misma fuerza que Iván y Sonia en que un espacio verde para los niños y niñas del hospital era, además de posible, urgente.
“Llamamos a Aurelio, que es el arquitecto del proyecto, y le planteamos la idea. No hizo falta ni terminar de contarle nuestro plan y ya nos había dicho que sí. Además, él y su equipo se prestaron a realizarlo de forma completamente gratuita”.
Casi con lágrimas en los ojos, Iván cuenta como toda Huelva — desde empresas hasta particulares — se han implicado en algo que comenzó como un sueño que surgió de cinco hermanos de la hermandad de las Tres Caídas, que decidieron poner en marcha como obra social. “Hoy una amiga me ha escrito diciéndome que estuvieron en la presentación del Patio del Amor que se realizó la pasada semana. Su hijo, que tiene ocho años, estuvo ingresado por un codo roto durante varios días. Ahora tiene cinco euros ahorrados y quiere donarlos al proyecto de El Patio del Amor. Ese gesto es igual de importante que si una empresa aporta 1.000 euros”.
Ya con una aún vaga idea y con tres patas cruciales para ejecutarla, Pediatría (profesionales del área junto a Sonia Pastor), la Asociación de las Tres Caídas (con Iván y compañía) como precursora del proyecto y el arquitecto que llevaría a cabo el diseño de la zona, tocaba adentrarse en las dificultades que supondría conseguir un espacio inclusivo y accesible a las condiciones de cada niño y niña que allí se aloja.
“En el Hospital, se encuentran menores de cero a catorce años. Tenemos habitaciones de aislamiento para niños y niñas de oncología, otra en la que suelen estar ingresados los pacientes crónicos-complejos e incluso otros menores que se encuentran en final de vida. Es crucial que todos ellos y ellas puedan tener acceso al exterior como lo tiene cualquier otro”, narra Sonia.
En algunos casos, según lo que estimen los profesionales sanitarios en función de su enfermedad o estado de salud, esos niños y niñas deberán estar aislados del resto. El Patio del Amor tendría que contar con un acceso independiente. Una salida por la que pueda transitar una cama, una silla de ruedas e, incluso, para los más pequeños que aún ni siquiera tienen edad de jugar, un carrito de bebé.
“Los menores que están ingresados no entienden porqué están ahí, el motivo por el que les ha tocado vivir una enfermedad. En algunos casos, están dentro de una habitación en la que ni siquiera se pueden abrir sus ventanas. En El Patio del Amor, los niños y niñas que están aislados disfrutarán de su propia terraza individual. Una de nuestras soluciones ha sido diseñar un barco pirata de diferentes alturas para que puedan salir y estar en contacto con el resto sin llegar a mezclarse”.
El juego es uno de los tantos elementos cruciales para la recuperación de un niño, la reducción del estrés y la seguridad de la salud mental del mismo. El Patio del Amor se enmarca dentro de un Plan de Humanización de Asistencia y Mejora de la Confortabilidad que tiene como objetivo convertir el hospital en un lugar donde, pequeños y mayores, puedan también crear recuerdos felices.
Un espacio verde inspirado en lo que los niños y niñas onubenses viven en sus ratos más alegres: un día de playa con su familia y amigos, un paseo por un paraje natural o, simplemente, tomar algunos rayos de sol mientras disfrutan de los suyos.